Los desinfectantes que se utilizan de manera habitual en las piscinas, como el cloro o el bromo, generan unos subproductos (DBP) que, a corto plazo, pueden causar cambios tóxicos en los genes (genotóxicos) de los nadadores. Los DBP son el resultado de las reacciones que se originan cuando entran en contacto los desinfectantes para limpiar el agua con la materia orgánica. "Son compuestos muy reactivos ante las bacterias y sustancias de diverso origen que se encuentran en las piscinas, como el sudor, la orina, las células de la piel, los cosméticos o el propio cabello", explica Cristina Villanueva, del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental (CREAL), de Barcelona. Esta institución ha coordinado, junto con el Instituto Municipal de Investigación Médica (IMIM), un estudio pionero sobre los efectos de estos DBP en la salud de los nadadores.
La investigación analizó a un total de 49 adultos sanos que estuvieron expuestos a los DBP de piscinas cubiertas tratadas con cloro, tras nadar durante 40 minutos, un tiempo de exposición considerado corto pero en el que fue posible apreciar cambios genotóxicos (daños en el ADN), además de efectos respiratorios por contacto dérmico o por vía inhalada. "Es la primera vez que se observan estos efectos en el ADN, mientras que los respiratorios ya estaban descritos", precisa Villanueva. Distintos estudios ya habían demostrado que los niños que frecuentan piscinas desinfectadas con mucho cloro tienen más riesgo de sufrir asma.
Estos compuestos son volátiles. Están presentes tanto dentro como fuera del agua y esta característica implica que en las instalaciones cubiertas se genere una atmósfera con gran concentración de estos subproductos, mientras que en las descubiertas no sucede. En la investigación, la presencia de DBP en los nadadores estudiados se constató al analizar el aire exhalado después de nadar y se comprobó que tenían ciertos biomarcadores (parámetros biológicos), tanto en la sangre como en la orina, que indicaban que se había ocasionado un daño en su ADN.
Villanueva insiste en que, a pesar de estos hallazgos, "nadar es seguro, los beneficios de la natación superan a los riesgos y no hay que dejar de practicarla porque es una actividad física saludable". No obstante, los nadadores pueden disminuir la cantidad de materia orgánica en el agua si siguen ciertas medidas de higiene ya establecidas.
Estas medidas que se deben cumplir de forma más estricta son: utilizar el gorro de baño, no orinar en la piscina y ducharse antes de zambullirse. Todo ello al margen de un adecuado mantenimiento de las instalaciones acuáticas. El objeto de todas estas normas es reducir al máximo la presencia de partículas orgánicas en las piscinas, que pueden reaccionar con los desinfectantes y producir los DBP.
Para saber más: http://www.consumer.es/web/es/salud/prevencion/2010/09/17/195782.php
PD: A pesar de todo lo explicado arriba, este lunes me he remojado en la picina y he nadado 1500 metros después de casi un mes sin meterme en ella. Además, 2 sesiones de spinning (1h30') a intensidades anaeróbicas, consumiendo 1100 kcal entre las dos. Acabo la jornada con las piernas bien calentitas, y eso que solo estamos a lunes... :-P
Hoy es
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1 comentario:
Joer! Muy buena entrada Miguel Angel, se aprende un montón contigo ;)
Saludos.
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