Durante su carrera universitaria, Eric se había estado entrenando nadando 4 horas cada día, cubriendo hasta 13,7 km al día. A pesar de este esfuerzo, su tiempo en las pruebas de mariposa de 200 yardas (183m) no mejoró desde que era estudiante de primer año. Con un resultado óptimo de 2min15seg para la prueba, casi nunca se le dio la oportunidad de competir porque varios compañeros de equipo podían finalizar la prueba en menos de 2min5seg.
En 1985, su entrenador hizo un importante cambio en el plan de entrenamiento del equipo. Los nadadores se entrenaron únicamente durante 2h diarias y nadaron un promedio de entre 4’5 y 4’8 km por día. De repente, los tiempos de Eric comenzaron a mejorar. Al cabo de 3 meses, su tiempo había bajado a 2m10seg, todavía insuficiente para convertirse en un contendiente importante. Pero como recompensa por la mejora de Eric, el entrenador le eligió para nadar en la prueba de 200 yardas mariposa en el encuentro del campeonato de la conferencia, que estuvo precedido por 3 semanas de entrenamiento reducido de sólo 1 milla (1.609m) al día. Ahora, con menos entrenamiento que en los años anteriores y bien descansado después de esta reducción, Eric pudo llegar a las finales de las pruebas del campeonato. Su tiempo preliminar fue de 2min1seg. En las finales mejoró todavía más, logrando acabar en tercera posición con un tiempo de 1min57’7seg, un resultado impresionante para un nadador que rindió mejor con “menos” entrenamiento.
Este relato anecdótico pero verídico, lo he extraído de “Fisiología del esfuerzo y del deporte”. Willmore, Jack H. y Costill, David. Ed. Paidotribo. En él queda demostrado testimonialmente una de las eternas cuestiones acerca del entrenamiento y sus adaptaciones: ¿Es necesario entrenar mucho para rendir más?
Muchos entrenadores y deportistas han llegado a creer que el deportista que realiza el mayor volumen e intensidad de entrenamiento será el que obtenga mejores resultados. En consecuencia, a menudo consideramos que cantidad y calidad de entrenamiento son sinónimos. Con demasiada frecuencia, las sesiones se juzgan por el número de calorías que se han quemado, pero esta filosofía ha determinado muchos programas de entrenamiento no específicos que suelen imponer demandas no realistas al deportista.
El ritmo al que un individuo puede adaptarse al entrenamiento es limitado y no se puede forzar más allá de la capacidad del cuerpo para desarrollarse. De masiado entrenamiento puede producir sólo pequeñas adaptaciones y, en algunos caso, puede dar lugar a una interrupción de los procesos de adaptación.
Aunque el volumen de esfuerzo ejecutado en el entrenamiento es un estímulo importante para el acondicionamiento físico, existe la posibilidad de excederse, lo cual plantea problemas de fatiga crónica, enfermedades, sobreentrenamiento o reducciones en el rendimiento. Por otro lado, un descanso apropiado y reducciones en el volumen de entrenamiento pueden mejorar los resultados.
Por lo que a mi se refiere, he arrancado la semana “Behoviana” pasando unas cuantas horas sobre la bici estática, concretamente 3 horas que son las que me han llevado a completar las 4 sesiones de spinning que tenía este lunes.
Hoy es
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